Lic. Mónica Moore
Especial para Encuentro
Como todo emprendimiento en el que nos planteamos objetivos, la Catequesis puede y debe ser evaluada.
Al término de un proceso, lo interrogamos y nos interrogamos para seguir fortaleciendo los aspectos positivos, y superar las dificultades. Pero el problema se nos presenta a la hora de evaluar a cada catequizando en particular, porque no pocas veces caemos en apreciaciones meramente cuantitativas.
En las parroquias, cuando la Catequesis está orientada a la celebración de un sacramento, nos condicionan
bastante los tiempos y ponemos énfasis en competencias visibles y medibles: nos aseguramos de que demuestren saber los contenidos doctrinales básicos y nos sentimos tranquilos porque recitan de memoria las oraciones principales y las intervenciones de la Misa. Pero… ¿estos resultados son suficientes para hablar de una evaluación integral? ¿Y los aspectos que tienen que ver con actitudes personales? ¿Está a nuestro alcance evaluarlos? ¿Cómo evitar consideraciones injustas frente a ciertas conductas de las que debe hacerse cargo también la familia? ¿Podemos establecer con claridad, y tenemos autoridad para hacerlo, quiénes "merecen" recibir el sacramento por estar "plenamente" preparados? Es fundamental entender a la evaluación como un proceso continuo de acompañamiento personalizado y no como una etapa final de "recolección de resultados".
En la escuela esta problemática adquiere notas particulares que la complejizan más aún, porque la Catequesis está encuadrada en un espacio curricular que debe ser acreditado con una nota, salvaguardando, la especificidad del proceso catequístico, que no se limita a la mera transmisión de saberes doctrinales.
Éstos, en principio, son los más fáciles de evaluar, y de hecho es fundamental que los alumnos den cuenta de que los han comprendido y que pueden establecer relaciones entre ellos y con la realidad actual. Pero no podemos conformarnos con este plano intelectual sino que debemos considerar otros aspectos desde un enfoque más integrador, que debe tener toda asignatura que se precie de sustentarse en una concepción personalista de la educación. Todo está muy claro y lo importante es ser coherentes, pero ¿cómo llevarlo adelante?...
Lea el artículo completo en la edición impresa del Periódico Católico Encuentro
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